viernes, noviembre 28, 2008

En el punto de mira

El enfado del alcalde de Getafe Pedro Castro con su ex concejal de Urbanismo y ex secretario general de la Agrupación Socialista tiene todos los visos de convertirse en odio visceral. Todo lo que “huele” a Santos Vázquez dentro y fuera del Ayuntamiento está siendo perseguido hasta la extenuación por el regidor y su núcleo duro (ahora que está de moda el término me permito la licencia).

Uno de los políticos que más se han significado por su apoyo explícito a Santos, el concejal de nuevas Tecnologías Miguel Angel Romero Pasamontes está sufriendo la ira de su jefe de filas. Tanto que ha sido llamado a consultas tras un incidente con uno de los técnicos de su Delegación y sus superiores en el Gobierno municipal (Castro y su mano derecha Sara Hernández, comisaria política por excelencia del mandato socialista) han planteado seriamente solicitarle la renuncia al cargo.

El edil, cuentan personas allegadas, ha decidido plantar cara a los suyos y no quedarse quieto ante lo que considera una persecución en toda regla. Romero, por el momento, guarda un silencio casi sepulcral y prefiere no abrir el pico. Pero quienes le conocen cuentan que no va a ceder, que no entregará el acta de concejal y que está dispuesto a inaugurar el grupo de no adscritos, dejando al gran Pedro con sólo once de sus doce apóstoles.

Las malas lenguas (a las que es conveniente dejarlas siempre en cuarentena) dicen que la situación formaría parte de una estrategia del propio alcalde, que se comprometió a darle concejalía al número 15 de la lista a las municipales y por eso quiere mover del sillón a uno de los partidarios de su último enemigo.

Pedro Castro siempre se ha significado por su habilidad a la hora de manejar las situaciones de crisis, políticamente hablando, pues en el resto de temas ha ido perdiendo reflejos con el paso de los años. Y es en ese ámbito, en el político, en el que mejor se desenvuelve, de ahí que no sería bueno para él traspasar la línea. Los trapos sucios hay que lavarlos en casa, sin airearlos ni implicar a terceros. Eso lo sabe, pero a veces no está de más recordárselo.

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