martes, abril 04, 2006

La ligera pluma del concejal

Mientras el alcalde, Pedro Castro, le ha retirado la firma a la concejala de Medio Ambiente, Sandra Escudero, por problemas de partido y lo justifica con unas declaraciones difícilmente creíbles, el edil de Cultura, José Manuel Vázquez, anda metido en problemas por culpa de una pluma liviana, en exceso ligera.

Vázquez, ni corto ni perezoso, ha adjudicado a dedo la privatización del programa de fiestas y se ha tomado la molestia de firmar una carta en la que sugiere a los comerciantes de Getafe a que colaboren con la empresa que tiene previsto editar la publicación. O sea, desfachatez por partida doble.

El concejal ha permitido a una empresa editorial el uso del escudo del Ayuntamiento para publicitar un producto comercial privado, ha firmado un contrato sin contar con el visto bueno de la secretaria del Ayuntamiento, ni con la Junta de Gobierno local (solidaria, por cierto, de los errores del concejal) en el que, además, no coinciden los ejemplares con los que ofrece la empresa a los comerciantes y participa directamente del fraude. Y para intentar salir del atolladero piensa poner en marcha un concurso que legitime el proceso. Algo que ya ha nacido viciado y que no tiene visos de solución, por la actitud negligente del responsable de la Cultura en nuestro municipio.

Si tuviera sensatez, dimitiría. Por amparar actuaciones que benefician a una empresa determinada en detrimento de otras; justo lo contrario del mandato exigido por los ciudadanos y ciudadanas de Getafe cuando le eligieron como cargo público: velar por el bien general, por coaccionar a los comerciantes a través de una carta con su firma, por tomar decisiones arbitrarias.

Debería dimitir.

El embrutecimiento de una ciudad

Resulta increíble cómo un Gobierno, en este caso municipal, es capaz de poner patas arriba todo un municipio. Los responsables políticos responden, a cada problema, con otro más grande; a cada información, con declaraciones sonrojantes; a cada protesta, con amenazas veladas; a cada acusación, con huidas hacia adelante; a cada sugerencia, con demagogia; y a cada necesidad, con ignorancia.

Getafe es, políticamente hablando, una ciudad descabezada. Resulta escandaloso asomarse a las páginas de los periódicos locales y ver las informaciones que, una vez sí y otra también, ponen en tela de juicio la actuación de nuestros gobernantes, a quienes, en algunos casos, se les vinculan con presuntos delitos y posibles tratos de favor.

¡Menudo panorama!

Han sido, las últimas, unas semanas de auténtico caos, de embrutecimiento de la ciudad, en el sentido más literal del término. Y quienes deben velar por que las aguas bajen tranquilas, son quienes más se ocupan de revolver el río. Y ya lo dice el refrán: “A río revuelto, ganancia de pescadores”. Por lo que hay quien se ha venido ocupando durante los últimos años de tener la caña más larga y dejar atada y bien atada su barca en los mejores cotos de pesca del municipio, algo que con toda seguridad no es ético y quién sabe si será legal.

Diferentes afirmaciones públicas de los primeros espadas del PSOE local han dejado auténticas bombas de relojería en el entorno urbanístico, social y mediático de la localidad. Unas declaraciones que no han estado marcadas, ni mucho menos, por la prudencia que se le debe exigir a un cargo público. Mensajes con doble sentido que no han hecho más que enredar la ya de por sí complicada situación por la que atraviesa Getafe.

Y además, se toman la libertad de asegurar que los periodistas no se preocupan por cuidar la objetividad. Ellos, con manifestaciones tendenciosas y seguramente intencionadas, se permiten el lujo de abanderar el espíritu de la libertad de expresión. Y los inveraces son los demás… a quienes no se cortan un pelo en vetar si no responden a sus intereses y pasan por el tamiz de “su verdad”.

El ciudadano de a pie, ése que sólo pasa por el entorno de la calle Madrid y de la plaza de la Constitución en fines de semana y cuando el tiempo lo permite, está harto de tanta chapuza, de tanta información cruzada y de tanta confusión. Y pide claridad, algo que no encuentra por ningún lado.

Sus gobernantes no les están dando el mejor ejemplo de seriedad y de dedicación a la “res pública”, embutidos como andan en diatribas mediáticas y en desmentidos y respuestas a las informaciones aparecidas en los medios de comunicación locales.

Perdidos al otro lado de la niebla.

Todo este abotargamiento de la vida municipal nos conduce a una situación de desgobierno, de desmesura y de descuido de otras funciones. Los vecinos y vecinas son los que, en definitiva, pagan el precio de la ineficacia y quienes sufren la falta de tino a la hora de proporcionarles lo que ellos demandan: tranquilidad.