Recientemente casi todos los medios de comunicación locales (excepto los que no se atreven a hablar de política) se han hecho eco de una encuesta que Sigma Dos ha realizado para el periódico EL MUNDO y, por extensión, para la empresa de uno de sus ex columnistas tradicionales, Raúl Heras. En su periódico CRONICA ha puesto sobre la mesa la opinión que los encuestados tienen de la política local y de los políticos; los que gobiernan y los que aspiran a hacerlo.
En el caso concreto de Getafe, y el rotativo lo apunta en su titular de portada, la figura del alcalde, Pedro Castro, sale mal parada. Aunque todo es relativo, un universo de 400 encuestas es como para tomárselo en serio. Si yo fuera Castro (¡válgame!) me lo pensaría dos veces después de leer los resultados de la encuesta.
Dice Sigma Dos que más de la mitad de los getafenses (un 50,5 por ciento) no quiere que Pedro Castro repita como alcalde de la ciudad. Más de un treinta por ciento sí le quiere en el cargo y el resto se decanta por el ns/nc o, lo que es lo mismo, pasa de todo, ¿no?
Y pese a que hay más getafenses-getafeños que tienen una valoración positiva del regidor, los números hay que tomarlos con la frialdad matemática, sin pasión y como vienen dados.
Ahora bien, en esta ocasión, todo indica que la muestra que publica CRONICA ha dado de lleno en la diana. Como dice un conocido anuncio de una marca de relojes: no es lo que tengo, es lo que soy. Y, hoy por hoy, son muchos los vecinos que no quieren la continuidad de Pedro Castro.
Lejos de la cifra, por sorprendente que parezca, la realidad puede llegar a superar a la ficción si nos fijamos en el sentir de la ciudadanía. Basta con pulsar la opinión en los diferentes barrios de Getafe para darnos cuentas que algo de lo publicado se palpa en el ambiente.
Nuestra doble condición (la de juntaletras y la de vecino de esta abandonada ciudad) nos permite, más por suerte que por desgracia, estar cerca de quienes forman y conforman lo que es Getafe hoy en día. (perdonen el plural mayestático, pero no he querido personalizar, sino dar a conocer la opinión de otros compañeros periodistas de Getafe). Es público y notorio que el descontento se ha generalizado y que el número de vecinos y vecinas de Getafe contrarios a la gestión de Castro aumenta día a día.
Es su figura la más criticada, por mucho que los números hablen de un menor encuentro entre la ciudadanía y el Gobierno local (muchos no saben la composición ni las figuras que lo integran, ni les importa en exceso) y siga siendo Pedro Castro el político más conocido. Su política personalista le ha tenido en todos los frentes de forma puntual (el novio en la boda, el niño en el bautizo y el muerto en el entierro, que dice el refranero popular) y ha impedido a compañeros de partido, socios de Gobierno y a la oposición probar un bocado de la fama política.
Luego las urnas serán las que decidan, pero ahora, a cinco meses vista, y con una lista electoral por definir (hablaremos de las alternativas y de la pelea interna por hacerse un hueco en otro post) la situación es la que es y viene como viene. Castro lo sabe, por mucho que se niegue a reconocerlo. El sentir popular esboza una muesca de desencanto, de amargura y de enfado con la persona del primer edil. Además sus manifestaciones de los últimos meses no le han ayudado, ni en público, ni en privado.
Reconocer que compañeros y amigos suyos se han hecho millonarios con el negocio del ladrillo supuso abrir la caja de Pandora. Sobre todo, porque muchas de las decisiones políticas que les han permitido enriquecerse (“es algo legal, pero no ético”, Pedro Castro dixit) se han llevado a cabo con el beneplácito del Gobierno municipal, que él preside.
La pelea soterrada que PSOE e IU mantienen, pese a ser socios en el Ayuntamiento, tiene en el propio Pedro Castro a uno de sus principales protagonistas y, si no, sus manifestaciones y quejas constantes acerca de la situación de la limpieza en Getafe (en manos de IU) son el más claro ejemplo.
Es difícil contentar a todos, pero más complicado es desencantar a la mayoría de los ciudadanos. Castro lo ha conseguido, según Sigma Dos. Pero, lo que es peor para él, el sentimiento generalizado provoca la sensación de un drama aún mayor.
Que lo anote, con letras bien gordas, en su cuaderno. Si quiere.
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