martes, noviembre 13, 2007

Getafe es una bomba de relojería


Lo ha dicho la persona que más debe saber cómo está su ciudad. El alcalde, Pedro Castro, ha afirmado en una entrevista concedida en exclusiva a EL BUZON nada más ser elegido presidente de la FEMP, que “Getafe es una bomba de relojería”. Y añade que “hay que estar en constante ebullición” para gobernar un municipio como el que habitamos.

¿Saben una cosa? Que no le falta razón. Getafe es una auténtica bomba de relojería, lo es y lo ha sido durante los últimos años. Ahora bien, ¿de quién depende que deje de serlo?

En las últimas legislaturas el “ladrillo” ha sido auténtico protagonista de la vida política municipal. El crecimiento urbanístico ha llevado aparejada una auténtica guerra de guerrillas por el control del suelo, de las promociones y del fin último, de las viviendas, libres o protegidas.

El cenit de la disputa se vive ahora a través del escándalo PSG. Porque es un escándalo a todas luces. Porque en su huida hacia delante su administrador no quiere dejar títere con cabeza. Y se equivoca. Sus problemas no se solucionan metiendo a todo el mundo en el mismo saco. Ni disparando contra todo lo que se pone por delante. Lo suyo, digo yo, es cuestión de diálogo y negociación. Y ya se sabe, negociar es ceder entre las partes. Si alguien no quiere…

El mundo no se arregla en una semana, como bien dice un amigo mío, y en este caso no iba a ser diferente. No es bueno quemar las naves en tan poco tiempo, sumando querellas al currículo e intentando torcer voluntades a marchas forzadas. Y siguiendo con el acervo popular, la paciencia es la madre de la ciencia.

Si había alguna posibilidad, por remota que fuera, de que el asunto PSG llegase a buen puerto, las actuaciones de sus responsables a lo largo de los últimos días han terminado por diluirla como un azucarillo en agua caliente. Siguen, ya lo hemos dicho en otras ocasiones, confundiendo el todo con la parte.

Pero, PSG al margen, Castro hace bien en usar el calificativo que ilustra este post. Porque Getafe tiene otros muchos problemas que merecen atención y que pueden convertirse en conflictos enquistados.

Las vibraciones por el paso del tren tras el enterramiento de la vía, suponen un punto de fricción con los vecinos y vecinas de esa zona de la ciudad. Sus demandas, hasta el momento, no han servido para nada y ven cómo pasa el tiempo sin que se les solucione le problema. Ahora, la presión vecinal ha servido para que, al menos, los partidos políticos de aquí y de la Comunidad se sienten en una mesa para buscar soluciones. Urge.

Y si serio es este asunto, no deja de ser menos el conflicto vecinal a cuenta de las antenas de telefonía. Las denuncias y protestas del entorno de la calle Ciempozuelos se ha visto agravado con la antena de telefonía que alberga el edificio de la calle Alvaro Bazán. Allí las pancartas adornar balcones y ventanas a la espera de una solución. Urgente.

Pasemos a otro punto: el institucional. El sindicato CC.OO. sigue manifestando a través de comunicados y cuantas veces tienen ocasión de asomarse a la prensa, su disconformidad con la actuación de los responsables de Personal. Críticas por la gestión y por los modos de gobernar el departamento de personal. Quejas por la situación de algunas delegaciones (Cultura, Limpieza). Y se avecinan más protestas, si se confirman los rumores que apuntan hacia la Policía Local como nuevo punto de fricción.

Las diferencias entre los socios de Gobierno (PSOE-IU) a cuenta de la privatización de servicios como Deportes o Parques y Jardines y la cesión de suelo a entidades privadas para uso particular también suponen un enconamiento en la marcha de la gestión municipal. Y podríamos seguir…

El nuevo presidente de la FEMP tiene trabajo a cuenta de lo que los medios nacionales han vertido sobre las diferencias entre socialistas y sus aliados, por un lado, y populares y los suyos, por otro, en cuanto al papel de los municipios en el conjunto de las instituciones nacionales. Pero no es menos cierto que la tarea al frente del Consistorio getafeño le va a suponer un ejercicio de precisión para intentar desmontar el engranaje de cables del “explosivo” que tiene entre las manos desde hace 25 años.

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