jueves, diciembre 17, 2009

¡Geluuuuuuuuuuu!, ¿quién presenta esto?

Hace apenas dos días hemos asistido (gracias por la invitación) al acto de presentación de un nuevo medio de comunicación en Getafe. Vaya por delante mi deseo de que la aventura sea del todo satisfactoria y sean muchos/as, muchísimos/as, los compañeros/as periodistas que dispongan de oportunidades para poner en práctica todo aquello que no les han enseñado (lo digo por experiencia) en la Universidad.

No quiero que este post sea visto (o mejor dicho, leído) como un ejercicio de crítica malsana, ni que quien se asome a esta página busque el morbo del odio que suele marcar la competencia entre medios (ya saben, perro no come carne de perro); pero que yo lo quiera no significa que quien lo lea pueda interpretar justamente lo contrario. Así que, voy a ver si me quedo a gusto.

Como he dicho, la invitación personal del nuevo editor del periódico local “Al cabo de la calle” cambió mi decisión primera y decidí acompañarle a él y a los suyos hasta el Teatro Federico García Lorca en su “gran día”. Cierto es que, después de leer el blog de Matías Fernández y su artículo titulado “La calle busca lacayos”, me sentí mediatizado por lo que en primera y tercera persona llega a contar este “compañero” de viaje blogero.

Como todos ustedes pueden imaginar, en más de veinte años de profesión, pocas cosas (por no decir ninguna) relacionadas con el mundo de la información local pueden llegar a sorprenderme. Pero las líneas escritas en ese artículo hicieron saltar todas las alarmas.

Es verdad que mi supuesta vocación de “santo” y mi sentido de la vanidad fueron arrojados (por mí mismo y mi mecanismo) al cubo de la basura en el mismo momento en que cobre un “duro” (por aquél entonces nos vendíamos por unos pocos cientos de pesetas) por juntar letras para hablar de los demás (prostitución intelectual a la que ahora podríamos sacar partido si formásemos parte de ese “elenco” de privilegiados que integran la SGAE) . Así que entenderán que ni estoy necesitado de justificación alguna, ni pretendo a estas alturas redimir ninguno de los múltiples pecados que como “plumilla” me acompañan desde que me hice la foto para la “orla” que me presentó a los demás, con el pelo engominado y raya en medio, como “señol lisensiado”.

Bueno, ¡ya está bien! No es de mí de quien pretendo hablar, sino de ese nuevo periódico que ha llegado a Getafe y que tiene a todo el mundo en un sinvivir, como si nosotros, los medios de comunicación, tuviésemos la potestad de dar o quitar votos. ¡Error! Eso sí, podemos (¡viva la falsa modestia!) causar algún que otro problema. Y también evitarlo. Un compañero de fatigas, con acierto, habla de los términos “frío” y “caliente” para medir el ambiente informativo de la ciudad.

Y no seré yo quien entre ahora a valorar lo que este nuevo periódico puede suponer en el “delicado” entramado social, político y económico de Getafe. Y dirán ustedes, con razón, (permítanme el trato respetuoso, por si hay alguien que lea esto y a quien no tenga el placer de conocer –raro sería-) que tanto enredo no merecía un final tan simple.

Pero no he acabado. Que no quiera valorar el medio, no significa que no hable del acto de su puesta de largo, que fue, dicho sea de paso, un cúmulo de anécdotas y ha metido en el bolsillo de decenas de personas “chascarrillos” para amenizar los ratos de vinos y cañas en bares y tabernas de la calle Madrid.

Quien conozca al nuevo editor (casi todos) puede imaginar que el evento estuvo a la altura de su condición de “personaje”. Una presentación atropellada, casi improvisada y llena de lagunas, de guiños inapropiados y de desaires a más de los que el anfitrión pueda pensar.

Lo mejor de la noche, con diferencia, el servicio de “catering”. Vamos, de matrícula “cum laude”. -Que se note dónde está el dinero– decía, con sorna, una señora con falso abrigo de pieles, mientras engullía el “pata negra” que cortaba sin parar el camarero de la esquina. Y entre los corros pasaban sin cesar bandejas de “fritos varios”, de canapés fríos y calientes, vasos de vino, de cerveza, de refrescos… y dicen (¡qué pena dejar la sala tan pronto!) que lo mejor llegó con los pasteles y las copas. Un lujo.

Resulta curioso que el mismo día en que el sector de la prensa hizo público el informe anual en el que ponía de manifiesto la ruina acuciante de medios escritos y audiovisuales y pintaba muy, pero que muy, negro el panorama para 2010 y el mismo día en que el resto de editores locales compartían penas y amarguras por la precaria situación de la “prensa doméstica”, el nuevo medio de comunicación ponía en práctica todo un ejercicio de ostentosidad.

Lo peor, también con diferencia, la dirección del evento. Había que ver al editor increpando a una trabajadora municipal al grito de. ¡Geluuuuuuuuuu, ¿quién presenta esto?, (perdona Pablo que te haya robado sin avisarte el titular del post, pero me lo pusiste en bandeja) mientras las “fuerzas vivas” se hacían cruces ante la imagen. Y el discurso, centrado en la “santísima trinidad”, para dejar a un lado todo aquello que resultaba liviano (inane, dicen los ilustrados) ante la fijación obsesiva del orador.

Tres intervenciones, cortas, cortísimas, que pusieron sobre el escenario del panorama informativo getafense que a unos les queda que gastar cientos y cientos de vales “gasolina” para poner la nave a “velocidad de crucero” y a otros la duda de tener en sus manos una escopeta de feria, esa que nunca te avisa para dónde dispara.

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