domingo, noviembre 20, 2005

Vientos del pueblo me llevan…

…vientos del pueblo me arrastran. (Miguel Hernández)
El desalojo del Pleno municipal por parte del alcalde y presidente, Pedro Castro, no hace sino evidenciar la crispación política que se vive en Getafe. Centro de todas las miradas, este municipio del sur de Madrid se ha convertido, por la actuación de sus gobernantes, en noticia a nivel nacional. Agresiones, agredidos, heridos leves, forcejeos, gritos, acusaciones, declaraciones; un bochornoso espectáculo que dice muy poco a favor de nuestra clase política y su manera de encauzar los debates plenarios.
En esta ocasión le toco el turno al ¡¡¡Estatuto catalán!!!, poniendo de manifiesto que cualquier asunto sirve para ponerse a caer de un burro. Pero, si lamentable es que la clase política local esté más preocupada de vejar a su oponente, más lo es todavía que manden actuar a las fuerzas del orden público cuando hay vecinos (de la ideología que sea) que muestran sus opiniones en el salón de plenos.
El político de turno debe ser ejemplo de caudal democrático y encajar todo aquello que provenga de sus vecinos, a la sazón votantes y electores, criadero del votos del que se nutren los sillones sobre los que se apoltronan cada cuatro años. Pero no, en Getafe sólo sirve el “¡señor, sí señor!” y no hay lugar a la discrepancia.
El gobierno municipal anda dando evidencias flagrantes de su esquizofrenia política. Viendo enemigos por todas partes, ahuyentando fantasmas (viejos y nuevos), sintiéndose perseguido por no sé quién.
El escritor Michael Crichton, en su celebérrima novel “parque Jurásico” hace constantes referencias a la “Teoría del caos”. Pues bien, aquí, quienes nos dirigen desde el Ayuntamiento hacen suya esta teoría para intentar explicar lo que pasa en el municipio. Según ellos, la oposición y determinados agentes sociales intentan sembrar el “caos” en la ciudad; ponerlo todo patas arriba y crear un estado de confusión. Y aquí es donde se equivocan.
Nunca ha tenido Getafe una oposición tan corta a la hora de ejercer como tal. Lo que ocurre es que se están limitando a nadar a favor de corriente y beneficiarse de los innumerables desvaríos del Gobierno local. De hecho, el portavoz popular, José Luis Moreno, ni siquiera estuvo presente en el Pleno que ha provocado esta nueva “tormenta” política y sigue sacando rédito del desalojo.
La nave dirigida por Pedro Castro hace agua por todas partes. Y el capitán no sabe o no quiere saber qué hacer para evitar el naufragio. Si así estamos a mitad de legislatura, ¿qué demonios va a pasar a partir de ahora?
Problemas por donde se mire.
El urbanismo (¡dichoso urbanismo!) camina a ciegas, sin solventar el desarrollo de nuevos barrios, permitiendo juntas de compensación en según qué zonas y según qué propietarios, vendiendo humo y dejando insatisfechos a todos los agentes que forman parte del mundo del ladrillo.
Los vecinos de la calle Ferrocarril dicen no creer a los concejales cuando les prometen soluciones y ahora se acepta (ya desvelado desde este medio de comunicación) que hay informes que hablan de los problemas de las casas en relación a las vías del tren.
La explosión de la calle valencia ha dejado a 400 familias tremendamente disgutadas con la actitud municipal ante el problema del arreglo de sus viviendas.
En asuntos fiscales la ecotasa ha tomado el relevo de los vados y se ha convertido en caballo de batalla de colectivos vecinales, con recursos ganados en muchos casos y tribunales que quitan la razón al Ayuntamiento.
El botellón , los actos vandálicos en dependencias municipales y otras situaciones de este tipo también han sido caldo de cultivo de las protestas vecinales.
Pero hay más: centros cívicos que se cierran por obras sin avisar, otros que se abren después de sufragar el ayuntamiento los impagos de casas regionales, tala de árboles, suciedad en las calles, molestias de la plaza de toros adjudicada a una empresa privada, denuncias a cargos de confianza por acoso laboral; y si echamos mano de las hemerotecas daría para escribir una enciclopedia de la queja vecinal.

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