En unas horas se anunciará el cambio de “cromos” en la composición de la Corporación municipal en el Ayuntamiento de Getafe. En unas horas el portavoz de UPyD dejará de ostentar el cargo y pasará a formar parte del Grupo de No Adscritos, lo que anteriormente se conocía como Grupo Mixto.
En la historia de la Democracia en nuestra localidad son varias las ocasiones en las que la Corporación ha vivido la creación de este “denostado” Grupo, aunque siempre habían sido sus “integrantes” los que habían dado el paso para ocupar la bancada “independiente”.
Ahora no. Ha sido la propia formación magenta la que ha optado por prescindir de su “jefe de filas” en la localidad y dejar las riendas del partido en manos de la número dos. Y lo ha hecho expulsando al portavoz a cuenta de un impago de cuotas, justificación que, pese a que pueda ser cierta en todos sus extremos, suena a “ajuste de cuentas” (y no precisamente desde un punto de vista económico) de índole político.
La historia de los desencuentros entre José Luis Morato (cabeza de lista electoral, portavoz e imagen visible de UPyD en Getafe) y Esperanza Fernández (número dos y concejala en el Ayuntamiento) se remonta incluso a antes de su sorprendente (por la alteración que supuso en el reparto de escaños municipales) desembarco en la Plaza de la Constitución.
La confección de la propia lista tiene mucho que ver con las consecuencias que ahora afrontan ambos. Fernández fue “aupada” por la dirección de UPyD al número dos, deshaciendo la composición inicial en la que Morato “apostó” por José Luis Sánchez, estrecho colaborador suyo, que había “escalado” posiciones desde su combativa acción vecinal. Pero las altas instancias decidieron que, a tenor de las encuestas y de las opciones reales de “tocar pelo” en Getafe, era mejor colocar a Fernández de número dos y así tener controlado al “díscolo” Morato.
Todo se modificó el mismo día de las elecciones municipales. Las previsiones de uno (Morato) y de otros (la dirección de UPyD y la propia Fernández y su entorno) saltaron por los aires cuando la Ley D`hont le daba a la formación magenta un segundo concejal y, por extensión, la llave de la gobernabilidad de la ciudad. Sus planes para la actual legislatura saltaban por los aires. Ni lo habían previsto, ni estaban preparados para tamaña afrenta.
Lo que vino después también lo sabe la inmensa mayoría de ustedes. La “peculiar” forma de entender la política de José Luis Morato ha chocado frontalmente con la “espartana” condición de Esperanza Fernández, refugiada en el “aparato” para justificar la toma de decisiones, fuese cual fuese su trascendencia política.
Morato ha sido, en estos quince meses, el novio en la boda, el niño en el bautizo y ahora, el “muerto en el entierro”. Ha estado en boca de todos y por todo. Ha querido ser omnipresente y eso, como dice el chiste: no es ni bueno ni malo, es imposible. De algunos se ha dicho, con razón, que les había atropellado el tren de la fama. En este caso, me parece que ha sido suficiente un alfiler para desinflar el globo.
Tras el somero repaso (son muchas y truculentas las causas de este “affaire”) de la pelea magenta, nos encontramos ante un panorama todavía más complicado en el puzzle de la política local. Y menos mal que Getafe aún no se ha acogido al Reglamento de Grandes Ciudades, pues la destitución de Morato hubiese supuesto también la “desaparición” del Grupo magenta al contar con menos de dos ediles. ¿Se imagina un Grupo de no adscritos con el concejal expulsado y quien le acaba de echar? En dos palabras: im prezionante.
Volvamos a lo que nos ocupa. ¿Cómo queda todo ahora? Más o menos así: El PP en minoría con doce concejales se empeña en quitar competencias al Pleno y dejar la parte “gorda” de la gestión en manos del Gobierno municipal. El PSOE, que se siente solo en su labor de oposición, empieza a marcar distancias con IU y busca su hueco político y social tras unos meses en su particular “via crucis”. Izquierda Unida, que mira las encuestas nacionales en las que la línea roja sigue su camino ascendente, lento pero constante, quiere ser la alternativa social a la crisis. UPyD, que con su postura posibilitó el Gobierno popular en Getafe, tendrá oportunidades de sobra para poner en práctica su ideario y su coherencia política. Y Morato, que ya ha se ha asesorado en las acciones de partidos minoritarios de la zona sur de Madrid, tendrá las ventajas y los inconvenientes de ser “independiente”. Con voz y voto, pero sin sueldo.
Todos, los 27 concejales de la Corporación, esperan en una tensa “calma chicha” las consecuencias que a corto, medio y largo plazo tendrá este nuevo rumbo en la nave de la política getafense. Todos piensan, aunque en público lo niegan, que todo puede pasar, aunque eso de cambiarlo todo para que nada cambie ha sido un recurso empleado muchas veces en política. Y casi todas con éxito. ¿Será ahora así?