martes, septiembre 27, 2011

Después de cien días… ¡fiesta!


La conmemoración de los primeros cien días de Gobierno del Partido Popular en el Ayuntamiento de Getafe se ha celebrado en la localidad con una fiesta para afiliados, simpatizantes y otros “allegados” del PP local en el Hotel Hesperia.

Este recinto, habitual en los “saraos” de la flor y nata socialista hasta las elecciones del pasado mes de mayo (allí se llegó a presentar el modelo urbanístico del equipo de Norman Foster para el futuro de Perales del Río), se vuelve a convertir en punto de encuentro de la “gente guapa” de nuestra ciudad. Nada nuevo bajo el sol.

Es de suponer que para el PP local, habituado a ver los toros desde la barrera, lograr estar cien días al mando de la nave getafense puede suponer un auténtico logro, una conquista que va más allá de lo que nunca hubiesen imaginado. Destronar a uno de los “alcaldables” socialistas y dar con ello un frenesí inimaginable al PP regional de Esperanza Aguirre, bien se podría comparar a la conquista de Troya (salvando las distancias y si me permiten esa licencia histórica) en la época helenística. Lo digo por el efecto sorpresa que ha tenido en la ciudad, más que nada.

Pero, volviendo al tema que nos ocupa, celebrar, lo que se dice celebrar, parece algo prematuro, inocente, imprudente, inconsciente, impertinente… Ahora bien, si el PP quiere celebrar que ha acabado con treinta años de Gobierno socialista en la ciudad, con veintiocho años de “pedrocastrismo”, está su pleno derecho. Pero seguro que la ciudadanía no ve nada bien que se den un “homenaje” a costa de sus votos, con la que está cayendo.

Ya lo dijo su “jefa”: más pico y pala. Y menos “gin tonic” y “catering” de ocho a diez. Algún alto cargo anda todavía preguntándose desde dónde le pudo llegar la reprimenda si, a fin de cuentas, no hizo si no seguir las directrices. Pero, ¡amigo!, una cosa es predicar y otra dar trigo.

Bueno, a lo que iba: el citado Hotel (aquí se acaba la cuña publicitaria –si quieren algo más que paguen-) reunió a un nutrido y amplio grupo de populares getafenses. Dicen las malas lenguas –que en este tipo de encuentros las hay y más de las que nos podríamos imaginar- que nunca se había visto tanta aglomeración de “peperos”, ni siquiera cuando, a fuerza de tirar de presupuesto, invitaban a “todo quisqui” a las cenas en las que los protagonistas eran la presidenta y sus “delfines”. El poder atrae… y mucho.

Y si no, que se lo digan a quienes provocaron risas hilarantes por su empecinado empeño en parecer lo que no son o en demostrar que no son lo que eran. Todo un ejercicio de funambulismo jamonil que no terminó de convencer a algunos y causó sorpresa en otros muchos.

Más de 400 invitados que se dieron un baño de triunfo después de treinta años de oposición. Y llegaron de todas las “familias” –entiendan bien el término que en esta ocasión no tiene segundas intenciones- del PP getafeño. Nadie quiso perderse el “sarao”; ni el ex presidente, ni los ex concejales. Todos quisieron verse en la “foto”, aunque a algunos se les viese mucho más que a otros.

Ahora, apagados ya los ecos del evento festivo más comentado de los últimos meses, es hora de ponerse el mono de faena, apretar los codos y darse a la tarea de gobernar una ciudad compleja, dura y malvada. Porque, lectores, seguro que coinciden conmigo en que la posibilidad de cambiar el modelo de gestión que ha prevalecido es lo suficientemente apetecible como para aplicar el beneficio de la duda.

Aunque, claro, el movimiento se demuestra andando.