martes, diciembre 09, 2008

El barco viejo

Hace tiempo, en una de esas tertulias de mesa y mantel en las que políticos y periodistas forjan su confianza y comparten confidencias personales y profesionales, el alcalde socialista de un municipio de la zona sur madrileña comparaba la política con la vida de los piratas que en el siglo XVII sembraron de aventuras los cálidos mares del nuevo mundo (aunque a mí, personalmente, me han calado más las andanzas náuticas de los berberiscos y los piratas de Malaisia) y sirvieron para escribir miles de páginas de libros y cientos de metros de filmografía. Pues bien, el citado alcalde, en su afán por explicarme (esas cosas siempre se cuentan, en privado, al calor de los vapores de la sobremesa) cómo la “res pública” era un mar plagado de bucaneros, corsarios y filibusteros empeñados en arrebatarles el “barco” de su municipio, convino conmigo en la responsabilidad que, como primer edil, tenía sobre el resto de la tropa y la necesidad de llevar a buen puerto la nave, sin estridencias ni haraganerías.

Sin embargo, hubo algo que me llamó especialmente la atención en sus reflexiones y que, ahora, con Getafe como mar de fondo, consigo entender en toda su extensión. Mi querido alcalde (si digo, a estas alturas del relato, que habría que añadirle un ex, voy a descubrir mis cartas, así que lo dejaremos en interrogante ¿? para mantener el ritmo narrativo) hablaba de su experiencia en el cargo y la de su “colega” y compañero de partido y profesión Pedro Castro (¡qué casualidad!) a quien otorgaba buena parte de culpa de los problemas que, por entonces, tenía el PSOE en la “capital del sur”; no quiero ni pensar qué opinión tendrá ahora con la tormenta que desde hace un par de meses azota las costas del kilómetro trece de la A-42, aunque puede que le llame en breve para compartir opiniones.

El caso es que, en la comparación, hablaba de los municipios que ambos gobernaban como si de dos barcos se tratase. Y decía: “imagínate Gasco si yo, con los años que llevo como alcalde, tengo que andar achicando agua de las vías que amenazan con inundar mi carabela, qué no tendrá que estar haciendo mi amigo Pedro Castro con un barco tan viejo como el suyo”, después de haber liquidado a lo más selecto de su tripulación y sin más compañía que un viejo catalejo y su inseparable grumete.

Son tantos los frentes que tiene abiertos el alcalde, nuestro alcalde, que cuando no se le inunda la bodega, le salta por los aires el mascarón de proa, por no decir la de cabos sueltos que deja allá donde atraca su galeón de 120.000 euros.

Pero ahora, con su estridencia vocal, ha terminado por inundar la cubierta hasta el punto de amenazar la estabilidad de una nave que lleva gobernando desde hace casi treinta años. La frase “por qué hay tanto tonto de los cojones que todavía vota a la derecha” va a pasar a los anales de la historia política nacional y, sin duda, le va a suponer a Castro un auténtico quebradero de cabeza. No quiere irse de la FEMP, aunque el órdago que le ha echado el PP tiene visos de dinamitar la institución. Eso sí, apela a las mayorías para seguir manteniendo el timón de una institución que va a la deriva y sólo sirve para ahondar más en el enfrentamiento entre derecha e izquierda. Y dice que dimitirá si se lo pide la mayoría: eso no es dimitir, es marcharse por la puerta de atrás; dimitir es un acto voluntario.

Lo cierto es que el barco de Pedro Castro ha quedado dañado y ha demostrado que no estaba hecho para empresas navales de cierta enjundia. Cuando se ha puesto a las órdenes del “gobernador” Zapatero, creía verse con patente de corso, pero está claro que su imprudencia le ha dejado sin cartas de recomendación.

Ahora, al alcalde no le va a quedar otra que volver a refugiarse en su particular “isla Tortuga” del sur madrileño, donde sigue manteniendo su tropa fiel de asalariados y familiares y preserva su status de navegante audaz. Y es ese retiro obligado el que más nos debe preocupar, por las repercusiones que todo este escándalo pueda tener a nivel local.

Se aventuran tiempos difíciles en este rincón del mapa (sin tesoro) y es muy probable que Pedro Castro descargue su furia por tanto ridículo con aquellos que tiene más cerca y a quienes culpa de su mal fario. Sería otra nueva insensatez.

Según las cartas de navegación a las que hemos tenido acceso, una flota de galeones, carabelas y fragatas aguarda en la ensenada con los cañones preparados y una buena dosis de dinamita dispuesta a hacer saltar por los aires el barco viejo.

miércoles, diciembre 03, 2008

Tonto de los...

¿Cómo calificar las afirmaciones realizadas por el alcalde de Getafe Pedro Castro en un acto público en las que se preguntaba por qué había tanto tonto de los cojones que votaba a la derecha? Sin duda, el subconsciente le jugó una mala pasada, pues nadie puede creer que el adalid de la igualdad, la solidaridad, la democracia y el pluralismo piense de ese modo.

Es cierto que en todos sitios (en la derecha, en la izquierda, en el centro, en el norte, en el sur, en el trabajo, en la calle, en la familia…) hay tontos, con matices. Hay tontos de los cojones, tontos del culo, tontos de remate, tontos de mierda, tontos de capirote, tontos a secas y también locuciones de distinta morfología, pero con similar significado. Así nos encontramos con el tontolhaba, con el tontolpijo, con el tontuno, tontoelquelolea. En fin, hasta muchos de ustedes, leyendo este post, pensarán de mí lo mismo. Pero una cosa es pensar y otra farfullar expresiones de las que luego arrepentirnos.

En este asunto, ¿dijo Pedro Castro lo que pensaba? Porque, eso es seguro, no pensó lo que dijo. Y con su discurso ha vuelto a levantar fantasmas en su contra. Además, el desliz del alcalde es aún mayor teniendo en cuenta el foro en el que soltó la perla, pues lo hizo en un acto institucional para explicar los presupuestos municipales en el barrio Juan de la Cierva. Allí, al acto, imagino que acudirían votantes de todos los partidos, no votantes, afiliados y simpatizantes y vecinos en general. Porque el alcalde es el máximo representante de todos y cada uno de los habitantes de nuestro municipio. Y allí hablaba en esa condición, en la de alcalde.

No es bueno confundir lo institucional con lo partidista, por mucho tiempo que lleve el primer edil ejerciendo esa doble función. Como secretario del PSOE, aunque no justificable, puede ser entendible el gesto. La pasión ciega y, a veces, nos confunde. Pero como alcalde debería mostrar respeto por los vecinos, voten al partido que voten. Esa es la base de la democracia: el respeto a los demás.

Pedro Castro debería explicar el comentario, si es que quiere, y matizar sus palabras. A fin de cuentas sería tan sólo predicar con el camino que ha emprendido en los últimos tiempos.

lunes, diciembre 01, 2008

En el punto de mira II

Atento a lo que se "cuece" a diario en la blogosfera getafense, el alcalde de nuestra localidad Pedro Castro se ha dirigido telefónicamente al autor de este blog para matizar algunos de los contenidos del artículo titulado “En el punto de mira” y en el que se hace mención al conflicto entre el concejal de Nuevas Tecnologías Miguel Angel Romero Pasamontes con un funcionario municipal y las posibles repercusiones políticas que pudiese tener dicho altercado.

El primer edil ha asegurado que ni él ni su primera teniente de alcalde Sara Hernández han planteado al concejal la opción de la renuncia al cargo y que en estos momentos la unión del Grupo municipal socialista es total.

Dicho está y escrito queda.