Los antiguos griegos tenía especial temor a tres deidades conocidas como “las Benévolas” (los romanos en su particular firmamento las bautizarían con el nombre de “Furias”) por su crueldad y determinación a la hora de ejecutar acciones de venganza. Desde su atalaya en el Olimpo, las Erinas –así era su nombre real- aguardaban impacientes a que los mortales cometiesen algún acto perjudicial para los dioses y actuaban de manera implacable, vengando cualquier desafío.
Tan cruel era su forma de actuar a la hora de vengar los delitos de sangre, que los griegos decidieron llamarlas benévolas (nombre que, por cierto, les gustaba una barbaridad) para lograr en alguna ocasión el perdón y la misericordia de las tres diosas. Y así, con el nombre de benévolas, han pasado a la historia de la humanidad.
Viene este apunte histórico a colación de las actuaciones que en Leganés mantienen en los últimos meses los encargados de velar por la imagen y la propaganda del alcalde, Rafael Gómez Montoya. Son tres, en sus diferentes cargos, y cada uno realiza su trabajo con determinación y sin miramientos. Todo con tal de mantener a raya posibles desagravios. No hay sector que quede al margen de su control y seguimiento y, por ende, de su acción vengativa si algo o alguien les incomoda.
Desde su llegada al poder han sido varias y frecuentes las muestras de afrenta realizadas en la localidad, pese a que esto les lleve a ganarse reprimendas desde las altas esferas de la política o el rechazo del colectivo vecinal que no anda metido en sus alforjas sociales y económicas.
Si en estos meses de legislatura Rafael Gómez Montoya y su núcleo duro han conseguido estar en el ojo del huracán y aparecer en los medios de comunicación por aspectos negativos de su gestión en cuestiones menores como su viajecito a Holanda, la compra de bicicletas, el coche para moverse de un lado a otro y los gastos de propaganda, ¿qué pasará cuando empiecen a afrontar los asuntos de mayor envergadura?
No hay que olvidar que sobre la mesa del primer edil están aparcados los temas urbanísticos, los que dan y quitan votos, los que mueven voluntades, los que afloran las presiones, las tensiones y llenan los bolsillos. Ni una sola de las propuestas estrella en materia urbanística de Montoya ha visto todavía la luz y no digamos ya de otras cuestiones que quedaron aparcadas en la anterior legislatura (Seliauto, Tapón Corona…) cuya definición habrá que mirar con lupa.
Estos temas y la revisión del PGOU (la patata caliente del urbanismo moderno) son los que van a marcar el devenir de la gestión de Rafael Gómez Montoya y los suyos. Aunque viendo cómo se manejan en asuntos de menor calado, es difícil verles saliendo airosos de las presiones de ladrilleros, gestores y profesionales del urbanismo. Tiempo al tiempo.
Y hablando de tiempo, uno que lleva ya sus años en esto de informar de la res pública, la situación que vive Leganés se antoja similar a lo sucedido hace varias legislaturas en la vecina localidad de Parla.
Uno de los problemas de Montoya (uno de tantos) es que está amparando y alimentando un ejército de “monstruos” capaces de fagocitarse entre ellos mismo con tal de tener bajo control la vida política y social de la ciudad. Decía un histórico estadista que un buen político debería tragarse un sapo cada día al levantarse. A mí me da que éstos no tienen capacidad ni para degustar un anca de rana.
Como decía, el caso Leganés se asemeja en sus inicios a lo acontecido hace años en Parla. El PSOE parleño creó un “aparato” de control con la intención de no dejar cosas al azar. Gobernaba la ciudad, pero la crisis interna que vivía el partido auguraba tiempos difíciles. Y empezaron a saltar a la prensa temas menores, pero que, por obra y gracia de la ineficacia de los políticos y sus “asesores”, se fueron convirtiendo en asuntos “de estado”.
De ahí, de las noticias pseudos graciosas, se pasó a las filtraciones, a la aparición de documentación, a las denuncias internas y externas, a las querellas contra la prensa que informaba de los usos y abusos del Ejecutivo local, al desgobierno de la ciudad, en definitiva. Fueron muchas y muy amplias las informaciones sobre presuntas irregularidades en la gestión a lo largo de la legislatura, lo que provocó el desmantelamiento completo del Gobierno municipal y la llegada de aire fresco al PSOE de Parla.
De ello sabe mucho Tomás Gómez, secretario del PSM, pues fue el encargado de poner orden en el caos, de construir un “nuevo” partido a nivel local y de lograr aunar voluntades, hasta convertirse en el alcalde más votado de España y de ahí su salto a la política regional y nacional. Pero antes tuvo que lidiar con un toro tremendamente difícil.
No nos gustaría que ahora, en su puesto de “jefe” de los socialistas madrileños, tuviese que hacer lo que en su día le permitió andar el camino político que le ocupa y emular a la entonces Federación Socialista Madrileña para hacer limpia en otro municipio del sur de Madrid. Pero, como he dicho, las similitudes nos empujan a temer y pensar que la historia, en su cíclico vaivén, podría reproducir actos del pasado.
1 comentario:
Hola. Muy buenas. He leido en su blog un articulo sobre Gica Craioveanu. Lo que pasa es que, soy un chico rumano que quiere coger un interviu a Gica, pero no se y no tengo una informacion sobre como puedo contactarlo: una direccion de e=mail , un numero de telefono o una direccion.
Le agradezco su ayuda.
Publicar un comentario