El alcalde de Getafe Pedro Castro ha iniciado una ronda de reuniones semanales con las denominadas “fuerzas vivas” de la ciudad con la intención de poner en marcha lo que ha venido a llamar el “Pacto Local por el Empleo”. Pretende aunar esfuerzos y sinergias (palabra puesta de moda en el ámbito político y que me permito reproducir aquí y ahora porque su traducción literal viene que ni al caso: acción de dos o más causas cuyo efecto es superior a la suma de los efectos individuales) para que todos aquellos que tienen algo que decir en “nuestro Getafe” aporten su punto de vista para reducir, en lo posible, las más que abultadas listas locales del paro.
Uno de sus primeros contactos (salvado el escollo de los sindicatos, que nadan entre la ambigüedad de la subvención que reciben vía presupuestos municipales y las pancartas que recuerdan el afán privatizador de la gestión socialista en el Ayuntamiento) ha tenido a cooperativas de viviendas y promotores inmobiliarios como principales protagonistas.
Anda Pedro (¡Pedrooooooooooooooooooooooooooooooooooo!, como diría Penélope Cruz, la amiga del “otro” Pedro Manchego y que, igual que el nuestro, se ha empeñado en dar varias veces la vuelta al mundo a base de viajes y viajes, y más viajes) afanado en conseguir un “amplio consenso” en lo que al mundo del ladrillo se refiere (hago aquí este paréntesis para anunciar a mis escasos, diría pírricos, lectores que no voy a volver a hacer más paréntesis en este post, pues ya llevo unos cuantos y me altera sobremanera el ritmo argumental del artículo) para mantener el equilibrio del que siempre han presumido todos los “agentes” implicados en eso de la arcilla y el cemento.
Pues bien, ahora que ese equilibrio podría estar cerca de romperse por el afán intimidador, cuasi amenazador, de uno, la obsesión recaudadora de otros y la imperiosa necesidad de “cash” de los demás, el primer edil ha llamado a consultas a sus “embajadores” del urbanismo moderno para tomarle el pulso al sector inmobiliario. Y el reclamo no ha podido salirle peor a Pedro Castro.
Como dije antes, la pasada semana convocó en la Casa Consistorial a promotores, gestores y empresarios del ladrillo para salir juntos en una foto de compromiso que aportase algo de luz en el oscuro túnel del desempleo en Getafe. Y resulta que cuando llegó Castro al encuentro se topó con media docena (y me sobra uno ¡vaya, he dicho que no iba a hacer más paréntesis, pero a mi lo de las rimas nunca me ha gustado demasiado, así que perdonen la licencia) de empresarios y casi, casi todo el Gobierno municipal. Vamos, como dicen dos amigos míos, cuyo nombre guardo en el anonimato por aquello de salvar las fuentes, aunque seguro que van a saber que me refiero a ellos, había “más jefes que indios”.
No le sentó nada bien a Pedro Castro contar con tan poco “público” a la hora de abordar tan importante materia y mostró su enfado por el reducido grupo de “ladrilleros” que asistieron a la cita. Podría pensar, el incombustible regidor, que con lo del sector inmobiliario sucede lo mismo que con la célebre novela de Agatha Christie “Diez Negritos”, que cada vez que decide sentarse con ellos, queda uno menos.
-Ahora que se ha cumplido el setenta aniversario de su publicación, sirvan estas míseras líneas como homenaje a la reina del suspense-
Lo que debería saber el alcalde es el motivo por el que, a este paso, se va a quedar solo cuando llame a filas al sector del ladrillo; o, al menos, intuirlo. Como en la novela, uno a uno iban siendo misteriosamente asesinados los diez invitados a la “Isla del Negro”, mientras el anfitrión guardaba con celo su identidad. Pues bien, aquí no hablamos de “asesinatos”, pero si de “desapariciones” con más o menos misterio e incentivadas por los que no quieren para su “jefe” reuniones tensas ni llenas de contenidos farragosos.
Y si Pedro Castro quiere, o más bien necesita, que el tema de la vivienda empiece a sonar como algo positivo para los vecinos y vecinas de Getafe, debe buscar ese consenso del que antes hablaba con todos y cada uno de los implicados en el mundo inmobiliario getafeño, por mucho que les pese a algunos. No se trata de nombres ni de intereses, sino de remar, por primera vez, todos en el mismo sentido.
Los británicos, paisanos de la señora Christie, saben muy mucho de la importancia de la unidad en cuanto al tema del remo se trata. Oxford y Cambridge. Y así, mientras reman, se olvidan todos de quitarse “negritos” de en medio.
Uno de sus primeros contactos (salvado el escollo de los sindicatos, que nadan entre la ambigüedad de la subvención que reciben vía presupuestos municipales y las pancartas que recuerdan el afán privatizador de la gestión socialista en el Ayuntamiento) ha tenido a cooperativas de viviendas y promotores inmobiliarios como principales protagonistas.
Anda Pedro (¡Pedrooooooooooooooooooooooooooooooooooo!, como diría Penélope Cruz, la amiga del “otro” Pedro Manchego y que, igual que el nuestro, se ha empeñado en dar varias veces la vuelta al mundo a base de viajes y viajes, y más viajes) afanado en conseguir un “amplio consenso” en lo que al mundo del ladrillo se refiere (hago aquí este paréntesis para anunciar a mis escasos, diría pírricos, lectores que no voy a volver a hacer más paréntesis en este post, pues ya llevo unos cuantos y me altera sobremanera el ritmo argumental del artículo) para mantener el equilibrio del que siempre han presumido todos los “agentes” implicados en eso de la arcilla y el cemento.
Pues bien, ahora que ese equilibrio podría estar cerca de romperse por el afán intimidador, cuasi amenazador, de uno, la obsesión recaudadora de otros y la imperiosa necesidad de “cash” de los demás, el primer edil ha llamado a consultas a sus “embajadores” del urbanismo moderno para tomarle el pulso al sector inmobiliario. Y el reclamo no ha podido salirle peor a Pedro Castro.
Como dije antes, la pasada semana convocó en la Casa Consistorial a promotores, gestores y empresarios del ladrillo para salir juntos en una foto de compromiso que aportase algo de luz en el oscuro túnel del desempleo en Getafe. Y resulta que cuando llegó Castro al encuentro se topó con media docena (y me sobra uno ¡vaya, he dicho que no iba a hacer más paréntesis, pero a mi lo de las rimas nunca me ha gustado demasiado, así que perdonen la licencia) de empresarios y casi, casi todo el Gobierno municipal. Vamos, como dicen dos amigos míos, cuyo nombre guardo en el anonimato por aquello de salvar las fuentes, aunque seguro que van a saber que me refiero a ellos, había “más jefes que indios”.
No le sentó nada bien a Pedro Castro contar con tan poco “público” a la hora de abordar tan importante materia y mostró su enfado por el reducido grupo de “ladrilleros” que asistieron a la cita. Podría pensar, el incombustible regidor, que con lo del sector inmobiliario sucede lo mismo que con la célebre novela de Agatha Christie “Diez Negritos”, que cada vez que decide sentarse con ellos, queda uno menos.
-Ahora que se ha cumplido el setenta aniversario de su publicación, sirvan estas míseras líneas como homenaje a la reina del suspense-
Lo que debería saber el alcalde es el motivo por el que, a este paso, se va a quedar solo cuando llame a filas al sector del ladrillo; o, al menos, intuirlo. Como en la novela, uno a uno iban siendo misteriosamente asesinados los diez invitados a la “Isla del Negro”, mientras el anfitrión guardaba con celo su identidad. Pues bien, aquí no hablamos de “asesinatos”, pero si de “desapariciones” con más o menos misterio e incentivadas por los que no quieren para su “jefe” reuniones tensas ni llenas de contenidos farragosos.
Y si Pedro Castro quiere, o más bien necesita, que el tema de la vivienda empiece a sonar como algo positivo para los vecinos y vecinas de Getafe, debe buscar ese consenso del que antes hablaba con todos y cada uno de los implicados en el mundo inmobiliario getafeño, por mucho que les pese a algunos. No se trata de nombres ni de intereses, sino de remar, por primera vez, todos en el mismo sentido.
Los británicos, paisanos de la señora Christie, saben muy mucho de la importancia de la unidad en cuanto al tema del remo se trata. Oxford y Cambridge. Y así, mientras reman, se olvidan todos de quitarse “negritos” de en medio.
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